Canto callada
con sonidos ultrasónicos:
una dama pública no hace ruido.
Canto
y parece una oración
al desierto,
un mantra de mi particular
danza de la lluvia.
Llueve.
Llueve por todas partes,
y cubre
los muebles
mi ropa
mi cara.
Llueve tierra –tic,toc, hace
al caer
y Noé construye un arca
con los perros
que acudieron a mi llamada.
Canto para que
las nubes
se estrujen con furia;
salgan rayos.
No lo hace una dama pública,
pero hoy,
conscientemente,
dejo que lo veas.
Es un castigo.
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