Me gustan mis pechos
cuando caen,
indolentes,
sobre mi estómago.
Parece que tuvieran dentro
una extraña conciencia
de futuro;
el peso de una
madurez
y vejez
que sólo ellos conocen
y los impulsa en una carrera febril
hasta el ombligo.
sábado, 25 de febrero de 2006
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