Erais como gatos
-os amabais a mordiscos-
con curiosidad infantil
de quien descubre el cuerpo
y le gusta.
Erais como gatos
cuando os colocabais frente a frente,
alerta,
y comenzabais la lucha ceremonial
sin concesiones:
un brazo-pata sobre otra pata-brazo,
clavando las uñas con la fuerza
necesaria;
unas veces de frente,
otras a la espalda.
Los dientes inmovilizando la carne,
estableciendo las tornas de
poderes.
Exactamente como gatos.
Deberíais tener pelo
negro o blanco;
pelo suave y pellejo.
Así, desnudos
parecéis frágiles
y no os podéis transportar
por la coronilla.
Erais como gatos:
elegantes, ajenos, ingenuos
y temibles.
Disfrutando con
el juego,
disfrutando
de su amor cachorro.
lunes, 13 de agosto de 2007
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