Me perfilas
áspero
y firme
por límites disonantes
yuxtapuestos
con manos de pintor,
manos de carpintero.
Intentas aprehenderme
como sujetas las cosas del mundo,
por eso agarras mis nalgas
me encierras entre tus brazos
golpea con fuerza mis carnes blancas
tu cuerpo de pintor,
cuerpo de carpintero.
Ávido y caliente
respiras en mi nuca.
quieres que sea infinita
si no me dibujas,
si no me construyes.
Ávidas,
calientes,
ásperas
tus manos de pintor,
manos de carpintero
que sólo pueden perfilarme
por límites disonantes
yuxtapuestos.
domingo, 12 de marzo de 2006
miércoles, 1 de marzo de 2006
8 de octubre
Tuve amigas de adolescencia
con ese extraño pesar en los ojos
de conocer la vida demasiado;
de aventurar una razón inconclusa;
de conocer el sexo diario y
prematuro.
"Tengo novio!", decían
y perforaban sus pezones.
Una mano masculina
caliente y masculina
que día a día
acariciaba sus carnes blancas,
amasaba sus nalgas,
les robaba la inocencia.
con ese extraño pesar en los ojos
de conocer la vida demasiado;
de aventurar una razón inconclusa;
de conocer el sexo diario y
prematuro.
"Tengo novio!", decían
y perforaban sus pezones.
Una mano masculina
caliente y masculina
que día a día
acariciaba sus carnes blancas,
amasaba sus nalgas,
les robaba la inocencia.
Etiquetas:
adolescencia,
Otoño,
Poemario de la Entrega
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